La discriminación a través de lo largo de la historia se ha visto demarcado principalmente por guerras que a su vez provocan muertes, como lo fue la Segunda Guerra Mundial, en donde los Nazis aludían a que los judíos eran seres inferiores a ellos y que no merecían vivir, por el único hecho de la religión que profesaban –según la visión que se le da actualmente-. Hoy en día, el derecho a ser tratado por igual como a toda la gente es defendido por varias organizaciones (la mayoría sin fines de lucro), pero aun así se continúa desarrollando, como cuando una persona discapacitada se dirige a cierto lugar para conseguir trabajo, pero es rechazado por ser inválido. A fines del siglo XIX, el país necesitaba crecer en materia de economía y de infraestructura, necesitando principalmente mano de obra, y se buscó gente en ya malas condiciones (principalmente campesinos de la zona central) para ser trasladada al norte para trabajar en las mineras salitreras, y le diera al país los recursos para poder lograr esto, aunque también existía el carbón en el centro. Las condiciones de vida de estas personas ya era deficiente, lo que se le hacía fácil en ese tiempo a los “enganchadores” para llevar a la gente al norte, y ésta creyendo que su estado social mejoraría. En ese entonces, había grupos de personas que se trasladaban a las ciudades por montón, lo que llevó a la urbanización acelerada. Estos nuevos habitantes se veían obligados a ocupar las afueras de las ciudades, en los que se reunieron conglomerados, habitando en espacios reducidos, donde se hubo una gran cantidad de problemas con las viviendas. Era tanta la aglomeración, que en una casa podían llegar hasta convivir 10 familias, con severos problemas de vivienda: eran de mala calidad, no disponían de alcantarillado, por tal, menos iban a tener baño; la falta de agua potable, el alcoholismo y la prostitución; un grave conflicto sanitario. A estas vecindades se les denominó “Poblaciones Callampa”. Todo ello no fue regulado, “haciendo aumentar la inflación y el costo de la vida".
La gente que se había ido a esas zonas mineras, o quienes se quedaron en el lugar que vivían se encontraban en una situación inestable, ya sea en su modo de vida, en su cultura o en su economía. Estas personas ya estaban conscientes de lo que sucedía, pero al no darse cuenta de lo que todos ellos podían hacer juntos, se quedaban de brazos cruzados. Éste panorama dio un giro de 180º en el momento en que los trabajadores comenzaron a reunirse en distintos tipos de organizaciones: “La Sociedad de la Igualdad”, Las Sociedades de Socorros Mutuos”, las mutuales, las mancomunales; que fueron evolucionando a través del tiempo, y terminaron en lo que son actualmente los sindicatos, en los que se reunían trabajadores de un mismo rubro, industria y profesión, al momento en el que ellos tenían claros sus objetivos. Hoy en día, estos grupos de trabajadores realizan lo que se llaman huelgas, para reclamar por sus derechos que son injustamente arrebatados. Un claro ejemplo de ello, y uno de los más importantes que ocurrió a inicios del siglo XX, en 1907 para ser más exacto, se desarrolló una huelga por parte de los trabajadores de las mineras salitreras de Atacama, iniciada en la oficina de San Lorenzo. Como se relata en el libro “Santa María de las Flores Negras” de Hernán Rivera Letelier, a aquella oficina se le unieron todas las oficinas salitreras del norte de Chile, bajaron desde las pampas nortinas hasta Iquique, en donde se reunieron en la escuela Santa María (de ahí el título del libro), para exigir que se les aumentara su sueldo, que se cambiara el sistema de fichas, o que éstas se pudieran utilizar en cualquier pulpería o negocio, reducción de horas de trabajo, entre otras. Las autoridades más los dueños de las salitreras se oponían a ello. Este bando, como veía a los trabajadores como gente sin cultura ni disciplina, especulaba que ellos se alzarían de manera violenta contra los altos mandos. Debieron acudir, según su juicio, a todos los soldados, militares, y marinos que hubiera disponibles en el país para frenar las supuestas acciones que harían los obreros. De esto surge la renombrada “Matanza de la Escuela Santa María de Iquique”, en la que resultan muertos 3 mil de los 23 mil trabajadores de las minas que se habían reunido en ese lugar. Como consecuencias, sólo se consiguieron algunas investigaciones, pero nada más que eso.
En ése entonces, el campesinado era un grupo apartado de toda esta situación, pero no menos importante; aunque no se vio beneficiado de la expansión económica del salitre, y éste sector era un 57% al año de ocurrida la matanza. Su estilo de vida continuó igual de cómo era en la colonia; era menor la existencia de propietarios agrícolas menores, solo dueños de grandes fundos. Este grupo mayoritario de la población no tenía acceso a servicios públicos como salud y educación, aunque, por lo general, los inquilinos si lo tenían, ya que dentro de los mismos fundos, los patrones los creaban para sus trabajadores y sus familias. Los dueños eran de la Élite, el sector más elevado de la sociedad, pues siempre eran quiénes tenían el poder (hablando en general, ya sea por el dinero, en lo político y en lo social). Tenían acceso a todo, vivían en la opulencia, tratando de imitar las costumbres de otros países, principalmente de Francia. Entre ellos y el campesinado –proletariado- existía el sector medio, entre los cuales estaban los profesionales, quienes trabajaban en el sector público, o trabajaban para éste. Tenían educación, y tendencia a hacer amistades con el proletariado. Luego tendrían acceso a cargos políticos, quienes lucharían por la igualdad de derechos. Todo lo anterior da muestra de que no sólo el gobierno tiene la responsabilidad por todo lo que sucedió en ese tiempo con el problema de la Cuestión Social, si no que también la sociedad influyó para que ésta se desarrollara, pues, por una parte, el sector alto discriminaba al proletariado, dejándolo en una parte muy poco influyente dentro de lo que fue la sociedad chilena, y por otra parte, al verse todo el sector pobre aislado, discriminado y visto con malos ojos, se desanimó en todo lo que podía haber logrado, pero estos desalientos no consiguieron que la gente que no acabó en muy buenas manos (aludiendo a los patrones), terminó en peores condiciones que en las primeras, lo que es el caso de los campesinos que fueron “enganchados” y poco más que arrastrados y engañados al sector minero, en donde vivirían en la injusticia en su mayor grado, y esforzándose para que esto no continuara, en lo que fueron las organizaciones y manifiestos: las huelgas.
La gente que se había ido a esas zonas mineras, o quienes se quedaron en el lugar que vivían se encontraban en una situación inestable, ya sea en su modo de vida, en su cultura o en su economía. Estas personas ya estaban conscientes de lo que sucedía, pero al no darse cuenta de lo que todos ellos podían hacer juntos, se quedaban de brazos cruzados. Éste panorama dio un giro de 180º en el momento en que los trabajadores comenzaron a reunirse en distintos tipos de organizaciones: “La Sociedad de la Igualdad”, Las Sociedades de Socorros Mutuos”, las mutuales, las mancomunales; que fueron evolucionando a través del tiempo, y terminaron en lo que son actualmente los sindicatos, en los que se reunían trabajadores de un mismo rubro, industria y profesión, al momento en el que ellos tenían claros sus objetivos. Hoy en día, estos grupos de trabajadores realizan lo que se llaman huelgas, para reclamar por sus derechos que son injustamente arrebatados. Un claro ejemplo de ello, y uno de los más importantes que ocurrió a inicios del siglo XX, en 1907 para ser más exacto, se desarrolló una huelga por parte de los trabajadores de las mineras salitreras de Atacama, iniciada en la oficina de San Lorenzo. Como se relata en el libro “Santa María de las Flores Negras” de Hernán Rivera Letelier, a aquella oficina se le unieron todas las oficinas salitreras del norte de Chile, bajaron desde las pampas nortinas hasta Iquique, en donde se reunieron en la escuela Santa María (de ahí el título del libro), para exigir que se les aumentara su sueldo, que se cambiara el sistema de fichas, o que éstas se pudieran utilizar en cualquier pulpería o negocio, reducción de horas de trabajo, entre otras. Las autoridades más los dueños de las salitreras se oponían a ello. Este bando, como veía a los trabajadores como gente sin cultura ni disciplina, especulaba que ellos se alzarían de manera violenta contra los altos mandos. Debieron acudir, según su juicio, a todos los soldados, militares, y marinos que hubiera disponibles en el país para frenar las supuestas acciones que harían los obreros. De esto surge la renombrada “Matanza de la Escuela Santa María de Iquique”, en la que resultan muertos 3 mil de los 23 mil trabajadores de las minas que se habían reunido en ese lugar. Como consecuencias, sólo se consiguieron algunas investigaciones, pero nada más que eso.
En ése entonces, el campesinado era un grupo apartado de toda esta situación, pero no menos importante; aunque no se vio beneficiado de la expansión económica del salitre, y éste sector era un 57% al año de ocurrida la matanza. Su estilo de vida continuó igual de cómo era en la colonia; era menor la existencia de propietarios agrícolas menores, solo dueños de grandes fundos. Este grupo mayoritario de la población no tenía acceso a servicios públicos como salud y educación, aunque, por lo general, los inquilinos si lo tenían, ya que dentro de los mismos fundos, los patrones los creaban para sus trabajadores y sus familias. Los dueños eran de la Élite, el sector más elevado de la sociedad, pues siempre eran quiénes tenían el poder (hablando en general, ya sea por el dinero, en lo político y en lo social). Tenían acceso a todo, vivían en la opulencia, tratando de imitar las costumbres de otros países, principalmente de Francia. Entre ellos y el campesinado –proletariado- existía el sector medio, entre los cuales estaban los profesionales, quienes trabajaban en el sector público, o trabajaban para éste. Tenían educación, y tendencia a hacer amistades con el proletariado. Luego tendrían acceso a cargos políticos, quienes lucharían por la igualdad de derechos. Todo lo anterior da muestra de que no sólo el gobierno tiene la responsabilidad por todo lo que sucedió en ese tiempo con el problema de la Cuestión Social, si no que también la sociedad influyó para que ésta se desarrollara, pues, por una parte, el sector alto discriminaba al proletariado, dejándolo en una parte muy poco influyente dentro de lo que fue la sociedad chilena, y por otra parte, al verse todo el sector pobre aislado, discriminado y visto con malos ojos, se desanimó en todo lo que podía haber logrado, pero estos desalientos no consiguieron que la gente que no acabó en muy buenas manos (aludiendo a los patrones), terminó en peores condiciones que en las primeras, lo que es el caso de los campesinos que fueron “enganchados” y poco más que arrastrados y engañados al sector minero, en donde vivirían en la injusticia en su mayor grado, y esforzándose para que esto no continuara, en lo que fueron las organizaciones y manifiestos: las huelgas.
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